No importaba que fuese domingo y que al día siguiente tocase madrugar para ir a trabajar; había que salir a la calle sí o sí. Muchos -la mayoría- llegaban al puerto en coche o en moto; otros -los que menos-, lo hacían a pie. Daba igual cuál fuese el medio de transporte; el final ha acabado siendo el mismo para todos: el jolgorio.
La afluencia de público era tal que, desde fuera, la Policía Nacional parecía verse superada por momentos. Por fortuna, no ha habido que lamentar incidentes (no, al menos, importantes). Entre el caos y el fragor, ha habido, incluso, quien ha optado por encender bengalas. Por haber, ha habido hasta fuegos artificiales. Lo que también ha habido es diversión (mucha, de hecho).
Cánticos, gritos, vítores, bailes, ritmos de tambor... Cualquier cosa era más que válida para matar el tiempo mientras el Ceuta tocaba tierra. Tras más de media hora de retraso, llegaba el momento por todos esperado: los jugadores hacían, por fin, acto de presencia. El primero de ellos en dejarse ver ha sido Koné. Tras él, Aisar (subido a hombros de un conocido al más puro estilo torero), Kuki Zalazar, Carlos Hernández y Rodri atravesaban el improvisado pasillo formado por la afición. Al término de este, las multitudes aguardaban; todo el mundo quería hacerse una foto.