El año que está a punto de extinguirse pasará lamentablemente a la historia de nuestro fútbol por ser el de la desaparición de la Asociación Deportiva Ceuta. La desaparición del club que con orgullo paseó el nombre de nuestra ciudad por la geografía nacional durante dieciséis maravillosos años en los que dos campeonatos de Liga en Tercera –con ascenso a Segunda B al segundo intento-, cinco fases de ascenso a Segunda ‘A’ o las inolvidables noches de Copa del Rey han quedado ya eternamente grabadas en la memoria de quienes aún no nos hemos recuperado del tremendo varapalo de ver agonizar hasta morir a nuestra querida ADC.
El prestigio de grande de la Segunda B y buen pagador, ganado por el equipo blanco en sus años de existencia, se lo llevó por delante la maldita crisis en un pispás. Bueno, la maldita crisis y la pésima gestión de su último presidente, José Antonio Muñoz, que, en un ejercicio de absoluta irresponsabilidad, confeccionó un equipo por encima de las posibilidades económicas (las cantidades denunciadas después ante la AFE por los futbolistas así lo corroboraron) y al que dejó de pagarle en noviembre. A partir de ahí, la ADC fue enterrando su buen nombre jornada a jornada, con los futbolistas paseando las vergüenzas de los impagos por los campos cada vez que se plantaban de rodillas para protestar. Por entonces, la afición ya le había dado la espalda a un equipo que sentía como extraño desde que el presidente tuvo la ‘feliz’ idea de llevárselo a Sevilla para ahorrar gastos (pues, ¡menos mal!).
Pero sería injusto cargar a Muñoz todo el peso de la cruz del descenso administrativo y posterior desaparición del club, cuestiones sobre las que la afición sigue esperando una explicación. Muñoz, que ha vuelto a quedar desprestigiado como cuando hace 21 ya desapareció bajo su presidencia la Agrupación Deportiva Ceuta, lidera el ránking de culpables, pero no es el único. No se pueden ir de rositas los otros dirigentes que ha tenido la Asociación. Las gestiones de Valero y Escane tampoco fueron un dechado de eficacia. Como Muñoz en su primera etapa, ambos fueron generosísimamente respaldados por un Ciudad Autónoma que muchos años -y muchos millones- después ha caído repentinamente en la cuenta de que el modelo de subvención al deporte profesional era equivocado. ¿Habría cambiado la opinión del Gobierno de Vivas sin crisis? Yo creo que no. Sobre todo si se hubiese quitado de en medio a un Muñoz que decidió ir por libre y a quien ha condenado su tozudez, esa cabezonería de querer apostar al ‘todo o nada’ que tan funestas consecuencias ha tenido para nuestro fútbol.
Ahora, como titiritero en la sombra del nuevo proyecto futbolístico que usa el histórico nombre del Atlético de Ceuta para intentar levantar la moral de una afición más hundida que tocada, sólo espero y deseo que Muñoz no tropiece por tercera vez con la misma piedra y que, más pronto que tarde, estemos escribiendo la triste página de otro annus horribilis para nuestro fútbol. Sería de traca.
Los 3 embargos que tenía la ADC eran de escane y gaona
Aunque sí te doy la razón en la brillante idea de llevarse al equipo fuera y perder la identidad de club de Ceuta y pasar a ser un club sevillano más....